Entré a la biblioteca necesitaba estar a solas,
me senté en el viejo diván, quería aclarar mi mente,
cerré los ojos deseando poder arrancarme del alma cada uno de los besos que dejaste tatuados, pero fue inútil.
Ahora entiendo que quizá algún día llegará el olvido y ¿el perdón? El perdón no tiene cabida.
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